Una brecha muy peligrosa
La condena a los sismólogos italianos
por homicidio culposo de las víctimas del terremoto de L'Aquila de 2009
sienta un precedente muy peligroso, de cara a la actuación de los
científicos y a su posible asesoramiento a las autoridades en eventuales
terremotos futuros. Esto a la larga puede llevar a consecuencias nefastas para la población, en contra de lo que parece perseguir la sentencia.
La sismología no es una ciencia exacta y hoy por hoy no permite determinar cuando va a ocurrir un terremoto en un lugar para alertar a la población. Tan solo se puede estimar la probabilidad de que ocurra un movimiento en un tiempo largo, de 50 años o más, y diseñar las edificaciones para que lo resistan.
Es decir, se pueden tomar medidas de prevención como el diseño sismorresistente. Esto es sabido y reconocido por la comunidad científica de todo el mundo y también por autoridades de protección civil, e incluso por los gobiernos que establecen normativas antisísmicas como medidas de protección ante los terremotos.
Si nos basamos en ellas para dar la alerta sísmica, el porcentaje de errores sería mucho mayor que el porcentaje de aciertos. De hecho, en las décadas de los 70 y 80 se hicieron varios intentos de predicción en distintas partes del mundo; se evacuaron numerosas ciudades (algunas de La Toscana en Italia) y el terremoto no llegó. A partir de entonces la comunidad científica se volcó en la línea de prevención; si bien la predicción a corto plazo sigue siendo un reto por ahora no alcanzado.
Dar la alerta de terremoto porque se presente alguna señal precursora, sin tener en cuenta la baja probabilidad de que ocurra el fenómeno, sería una negligencia que en la gran mayoría de los casos conduciría a crear alarma innecesaria en la población, con el consiguiente peligro que ello conlleva. El problema es que hay quienes tienden a dar esa alarma ante cualquier indicio, y aunque la mayor parte de las veces fallan, alguna vez aciertan, sobre todo cuando la alarma se da un día si y otro no.
Lo que ha sucedido en L'Aquila es precisamente un ejemplo, o más bien un contraejemplo. Gulliani comenzó a generar alarma en la población días antes del terremoto (basandose en el aumento de Radom) y la Protección Civil italiana emitió un mensaje de calma para parar esa alarma descontrolada. Pero esta vez el terremoto llegó, a pesar de su baja probabilidad, y aunque Gulliani había predicho el sismo a 200 km de su epicentro real, es decir con un considerable error de localización, eso pareció pasar desapercibido y lo que consta es que acertó la predicción y Protección Civil no lo hizo.
¿Se les ha premiado cada vez que han acertado? Son sismólogos con gran prestigio internacional, invitados muchos de ellos a impartir charlas magistrales en cada congreso mundial por su autoridad en la materia, y con gran dedicación hacia la mitigación del riesgo sísmico en su país y en todo el mundo.
Su condena, a parte de ser tremendamente injusta para ellos, es un duro golpe a la comunidad sismológica internacional, que a partir de ahora tendrá que actuar con "pies de plomo" a la hora de asesorar en temas sísmicos.
¿Quién va a querer formar parte de comités de riesgo sísmico? ¿Necesitaremos los sismólogos un gabinete jurídico cada vez que emitamos una opinión sobre el tema? Esta sentencia puede llevar, más bien, a inhibir opiniones y asesorías que tantas veces han resultado acertadas y que han contribuido a mitigar el riesgo sísmico y a proteger a la población. Y en definitiva, ésta es la que se va a ver perjudicada con la reacción que probablemente se producirá tras esta sentencia.
Se ha abierto una brecha muy peligrosa...
La sismología no es una ciencia exacta y hoy por hoy no permite determinar cuando va a ocurrir un terremoto en un lugar para alertar a la población. Tan solo se puede estimar la probabilidad de que ocurra un movimiento en un tiempo largo, de 50 años o más, y diseñar las edificaciones para que lo resistan.
Es decir, se pueden tomar medidas de prevención como el diseño sismorresistente. Esto es sabido y reconocido por la comunidad científica de todo el mundo y también por autoridades de protección civil, e incluso por los gobiernos que establecen normativas antisísmicas como medidas de protección ante los terremotos.
Riesgo de errores
Es cierto que existen señales precursoras, como el aumento de Radom, la ocurrencia de microterremotos e incluso el comportamiento anómalo de los animales. Pero no hay una relación causa-efecto directa e inmediata, que permita establecer con certeza que va a ocurrir un terremoto tras detectar alguna de estas señales. Es más, en la mayor parte de los casos éstas se presentan sin que el terremoto suceda después.Si nos basamos en ellas para dar la alerta sísmica, el porcentaje de errores sería mucho mayor que el porcentaje de aciertos. De hecho, en las décadas de los 70 y 80 se hicieron varios intentos de predicción en distintas partes del mundo; se evacuaron numerosas ciudades (algunas de La Toscana en Italia) y el terremoto no llegó. A partir de entonces la comunidad científica se volcó en la línea de prevención; si bien la predicción a corto plazo sigue siendo un reto por ahora no alcanzado.
Dar la alerta de terremoto porque se presente alguna señal precursora, sin tener en cuenta la baja probabilidad de que ocurra el fenómeno, sería una negligencia que en la gran mayoría de los casos conduciría a crear alarma innecesaria en la población, con el consiguiente peligro que ello conlleva. El problema es que hay quienes tienden a dar esa alarma ante cualquier indicio, y aunque la mayor parte de las veces fallan, alguna vez aciertan, sobre todo cuando la alarma se da un día si y otro no.
¿Actitud responsable?
Pero la percepción social que queda no es la del fallo continuo, sino la del acierto una vez, siempre a 'posteriori'. A este respecto caben varias cuestiones: ¿Puede basarse una predicción en un acierto frente a cientos o miles de fallos? ¿No sería tremendamente peligroso estar dando alarmas continuamente, cada vez que aumenta el Radom o la microsismicidad, sin que luego ocurra nada? Esto llevaría sin duda a un descrédito de la opinión científica, además de a un caos en la población. Pero.. ¿es eso lo que debería hacer protección civil para "curarse en salud"? ¿Sería esa la actitud responsable?Lo que ha sucedido en L'Aquila es precisamente un ejemplo, o más bien un contraejemplo. Gulliani comenzó a generar alarma en la población días antes del terremoto (basandose en el aumento de Radom) y la Protección Civil italiana emitió un mensaje de calma para parar esa alarma descontrolada. Pero esta vez el terremoto llegó, a pesar de su baja probabilidad, y aunque Gulliani había predicho el sismo a 200 km de su epicentro real, es decir con un considerable error de localización, eso pareció pasar desapercibido y lo que consta es que acertó la predicción y Protección Civil no lo hizo.
Lamentable condena
Es lamentable que este hecho lleve a una condena de 6 años de cárcel a 7 profesionales que han actuado en el ejercicio de su responsabilidad, enfrentándose a un fenómeno cuyo estudio solo admite, hoy por hoy, hablar de probabilidades y no de certezas. Estos sismólogos acumulan años de experiencia con actuaciones correctas, con gran esfuerzo en materia de prevención y en gestión de la emergencia.¿Se les ha premiado cada vez que han acertado? Son sismólogos con gran prestigio internacional, invitados muchos de ellos a impartir charlas magistrales en cada congreso mundial por su autoridad en la materia, y con gran dedicación hacia la mitigación del riesgo sísmico en su país y en todo el mundo.
Su condena, a parte de ser tremendamente injusta para ellos, es un duro golpe a la comunidad sismológica internacional, que a partir de ahora tendrá que actuar con "pies de plomo" a la hora de asesorar en temas sísmicos.
¿Quién va a querer formar parte de comités de riesgo sísmico? ¿Necesitaremos los sismólogos un gabinete jurídico cada vez que emitamos una opinión sobre el tema? Esta sentencia puede llevar, más bien, a inhibir opiniones y asesorías que tantas veces han resultado acertadas y que han contribuido a mitigar el riesgo sísmico y a proteger a la población. Y en definitiva, ésta es la que se va a ver perjudicada con la reacción que probablemente se producirá tras esta sentencia.
Se ha abierto una brecha muy peligrosa...
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