Aunque no le crezca como a Pinocho, cuando usted dice una mentira, su
nariz no permanece impasible. Según acaban de demostrar científicos de
la Universidad de Granada, la temperatura de la punta de la nariz cambia
cuando decimos una mentirijilla.
Según han observado, si realizamos un gran esfuerzo mental, desciende la temperatura en nuestra nariz; mientras que ante un ataque de ansiedad, se produce una subida general de la temperatura facial.
Este llamado 'efecto Pinocho' indica que la temperatura de la punta de la nariz aumenta o disminuye según nuestro estado de ánimo, como también cambia la temperatura en la zona del músculo orbital, en la esquina interna del ojo.
Esta investigación forma parte de una tesis doctoral que se defendió ayer en la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada. Parte de los resultados de la tesis han sido publicados en revistas científicas, mientras que otros aún no.
Según los investigadores granadinos, gracias a la termografía es posible detectar el deseo y la excitación sexual tanto masculina como femenina, ya que se produce un aumento de la temperatura local en la zona pectoral y en la zona genital. Su trabajo ha demostrado que, a nivel fisiológico, hombres y mujeres se excitan en el mismo tiempo, aunque subjetivamente las mujeres indiquen no estarlo o estarlo menos.
Los científicos han descubierto también que, ante situaciones en las que un sujeto realiza un esfuerzo mental (enfrentarse a tareas difíciles, al ser evaluado o al mentir sobre hechos), se producen cambios térmicos faciales.
Así, cuando mentimos sobre nuestros sentimientos, estos cambios térmicos se producen en la nariz, y se activa en el cerebro una estructura denominada ínsula, que forma parte del sistema de recompensa cerebral si hay sentimientos reales (llamados 'cualias'), pero no se activa cuando no los hay.
"La ínsula interviene en la detección y regulación de la temperatura corporal, de manera que hay una gran correlación negativa entre la actividad de esta estructura y la magnitud del cambio térmico: a más actividad de la ínsula (a mayor sentimiento visceral), menor cambio térmico se produce, y viceversa", destacan los investigadores en una nota de prensa.
Los científicos han demostrado que la detección de asimetrías de temperatura corporal entre ambos lados del cuerpo y de cambios locales de la temperatura (subidas y bajadas en torno a un grado) se relaciona, además de con el estado físico, con el estado mental y emocional de la persona. "En este sentido, el termograma nos da un marcador somático de estados subjetivos o mentales, y nos permite ver lo que la persona siente o piensa".
Según han observado, si realizamos un gran esfuerzo mental, desciende la temperatura en nuestra nariz; mientras que ante un ataque de ansiedad, se produce una subida general de la temperatura facial.
Este llamado 'efecto Pinocho' indica que la temperatura de la punta de la nariz aumenta o disminuye según nuestro estado de ánimo, como también cambia la temperatura en la zona del músculo orbital, en la esquina interna del ojo.
Esta investigación forma parte de una tesis doctoral que se defendió ayer en la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada. Parte de los resultados de la tesis han sido publicados en revistas científicas, mientras que otros aún no.
Un patrón de temperatura
La termografía es una técnica basada en la detección de la temperatura de los cuerpos que se aplica a multitud de áreas como la industria, la construcción o la medicina. Las cámaras termográficas se emplean para cuestiones tan distintas como medir con exactitud la pérdida de energía de los edificios, o como indicador de enfermedades respiratorias en animales bovinos o de la rabia en mapaches. En el siglo XX, la termografía experimentó su mayor desarrollo tras la Segunda Guerra Mundial, con el impulso de las investigaciones militares para detectar al enemigo (visión nocturna) que llevaban a cabo en el ejército de Estados Unidos.Según los investigadores granadinos, gracias a la termografía es posible detectar el deseo y la excitación sexual tanto masculina como femenina, ya que se produce un aumento de la temperatura local en la zona pectoral y en la zona genital. Su trabajo ha demostrado que, a nivel fisiológico, hombres y mujeres se excitan en el mismo tiempo, aunque subjetivamente las mujeres indiquen no estarlo o estarlo menos.
Los científicos han descubierto también que, ante situaciones en las que un sujeto realiza un esfuerzo mental (enfrentarse a tareas difíciles, al ser evaluado o al mentir sobre hechos), se producen cambios térmicos faciales.
Así, cuando mentimos sobre nuestros sentimientos, estos cambios térmicos se producen en la nariz, y se activa en el cerebro una estructura denominada ínsula, que forma parte del sistema de recompensa cerebral si hay sentimientos reales (llamados 'cualias'), pero no se activa cuando no los hay.
"La ínsula interviene en la detección y regulación de la temperatura corporal, de manera que hay una gran correlación negativa entre la actividad de esta estructura y la magnitud del cambio térmico: a más actividad de la ínsula (a mayor sentimiento visceral), menor cambio térmico se produce, y viceversa", destacan los investigadores en una nota de prensa.
La huella térmica del flamenco
También han obtenido huellas térmicas (esto es, patrones corporales de cambio de temperatura específicos) del ejercicio aeróbico y de distintos tipos de baile, como el ballet. "Cuando una persona baila flamenco, desciende la temperatura de los glúteos y aumenta la de los antebrazos. Esta es la huella térmica del flamenco, aunque cada tipo de danza tiene su propia huella".Los científicos han demostrado que la detección de asimetrías de temperatura corporal entre ambos lados del cuerpo y de cambios locales de la temperatura (subidas y bajadas en torno a un grado) se relaciona, además de con el estado físico, con el estado mental y emocional de la persona. "En este sentido, el termograma nos da un marcador somático de estados subjetivos o mentales, y nos permite ver lo que la persona siente o piensa".
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